Reportaje de salud realizado en diciembre de 2005 para la agencia de noticias Europa Press
Precisamente no
es que se hayan escrito ríos de tinta acerca de esta afección, pero a día de
hoy son muchos los neurólogos que investigan, estudian y escriben sobre la
Distonía. Con este término se da nombre tanto a una enfermedad como a un conjunto
de síntomas o manifestaciones físicas producidas por contracciones
involuntarias de los músculos de una o varias partes del cuerpo.
Las causas de la
Distonía posiblemente haya que buscarlas en los ganglios básales. Éstos son
unos cúmulos neuronales situados en las profundidades de los hemisferios
cerebrales, lugar donde el sistema nervioso controla el movimiento. A
consecuencia de una anomalía funcional en estos ganglios, los músculos se
torsionan y estiran provocando en el individuo movimientos espasmódicos.
Y aunque las
causas fisiológicas están presentes en todos y cada uno de los pacientes, no
hay que olvidar el factor hereditario, pues hay un 50% de probabilidades de que
los hijos hereden el gen “anormal” de alguno de sus progenitores. Y aquí ya es
la genética la que manda. Además, en algunos casos pueden aparecer
esporádicamente algunos síntomas a modo de efectos secundarios, por ejemplo en
los niños, tras la ingesta de medicamentos como los llamados neurolépticos
(algunos tranquilizantes, antidepresivos o productos anti vómitos) que
desaparecen unas horas o días después de suspender la medicación.
Con todo, no hay
que alarmarse. Estadísticamente, se sabe que 30 o 40 de cada 10.000 la padecen.
Se ha observado también que grupos étnicos como los judíos ashkenazíes tienen 5
veces más probabilidades de sufrirla. En España se calcula que hay alrededor de
15.000 o 20.000 afectados por la Distonía.
Catalogada por
muchos de rara, hoy día se sabe que es más su desconocimiento que la rareza que
pueda tener en realidad. Y aunque la neurología es reciente, se tiene
constancia de que este tipo de patologías ya se dieron en alguna ocasión en
siglos pasados. Los pacientes, calificados como “endemoniados”, eran condenados
a una vida marginal por estar padeciendo las consecuencias de un, más que
seguro, castigo divino. Embrujados o no, estos pacientes podían manifestar tics
u otros movimientos espasmódicos que hoy día precisarían un tratamiento o
seguimiento específico.
TIPOS DE
DISTONÍAS:
Existen multitud
de clasificaciones de la Distonía atendiendo a la localización corporal
afectada, al curso clínico que presentan, a la causa que la produce, etc. Pero
la que probablemente hoy esté más extendida es la que sigue:
En primer lugar habría que hablar de
la Distonía primaria, que es la forma más frecuente de Distonía. También
recibe el nombre de Distonía de Torsión Idiopática.
Sus
manifestaciones comienzan a aparecer en una parte del cuerpo, como un pie o la
pierna, y pueden generalizarse a otras zonas como el cuello, los brazos o la
espalda.
Alberga dentro de
su espectro clínico otros tipos de Distonía, tales como la Distonía
generalizada severa, la Distonía segmentaria y multifocal, y la Distonía focal
(dentro de la cual entrarían otras como el blefaroespasmo, que aparece cuando
son los músculos de los párpados los que producen movimientos involuntarios; el
calambre del escribiente, también llamado “del telegrafista”, “del músico” o
incluso “del pianista”; la distonía cervical, la oromandibular, y el espasmo
hemifacial).
Aunque este tipo de Distonía puede
manifestarse a cualquier edad, se sabe que en el caso de la Distonía focal, y
más aún si hablamos de la llamada Distonía focal del músico, “se manifiesta
tras 20 años de actividad, tocando el instrumento. Lo que nos daría una edad
mínima de 25 años. A partir de ese momento puede darse a cualquier edad. El
detonante suele ser una crisis emocional (muerte de un familiar, divorcio,
separación, estrés laboral intenso…)”, afirma el Dr. Joaquín Farias, Catedrático
de Ergonomía del Conservatorio Superior de Música de Córdoba.
En caso de la
Distonía generalizada y de la segmentaria y multifocal, habría que señalar que
su nivel de incidencias es mucho menor que la focal: existe un porcentaje
bastante más amplio en el caso de pacientes que sufren tortícolis (la más
frecuente de las Distonías focales) o
incluso blefaroespasmo (movimiento espasmódico de los músculos de los
párpados), en relación con aquéllos que padecen la generalizada o la
multifocal, que no llegan al 4% de los afectados.
La Distonía
relacionada con síndromes provocados por otros síntomas neurológicos es
otra de las variantes de la enfermedad. Bajo este nombre se englobarían dos
clases de afecciones más: el llamado “Síndrome de Segawa”, caracterizado por
iniciarse en la niñez-adolescencia y por llevar en ocasiones a la confusión en
el diagnóstico, ya que posee muchos síntomas similares a los que aparecerían en
caso de la parálisis cerebral: y la Distonía mioclónica, afección mucho más
rara que la anterior y que muestra una lenta progresión en el deterioro de los
músculos y del movimiento de estos. Los pacientes pueden pasarse años sin
mejora ni empeoramiento de su situación.
Por daños producidos por factores ambientales o por
enfermedades que afectan al ganglio basal aparece la Distonía secundaria.
Es aquélla que se manifiesta como una afección secundaria en situaciones como
los momentos inmediatamente anteriores o posteriores al parto en que la falta
de oxígeno es evidente, o bien a consecuencia de un cuadro de esclerosis
múltiple en el paciente, encefalitis u otras enfermedades que afectan directamente al sistema nervioso.
Asimismo, enfermedades heredodegenerativas pueden
presentar también algunos síntomas relacionados con la Distonía. La enfermedad
de Wilson, la llamada Distonía de Parkinsonismo, la Neurocantocitosis o la
Corea de Huntington muestran en su desarrollo manifestaciones que permiten
afirmar, una vez más, la teoría de que esta afección no es sólo una enfermedad
aislada. En estos casos, la progresividad puede llevar al paciente a una severa
incapacidad, la mayoría de las veces, irreparable.
TRATAMIENTO Y SOLUCIONES:
El Dr. Francisco Grandas, del Servicio de
Neurología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, afirma que “el único tratamiento
factible en este momento para las Distonías, es la inyección (intramuscular) de
Toxina Botulínica. Las cirugías y demás tratamientos suelen ser raros y sólo se
aplican en casos graves o cuando ya los medicamentos no son efectivos”. Otros
especialistas, como el Dr. J. Farías, discrepan ante este tipo de tratamientos,
pues consideran que no son los más adecuados para afecciones focales como es el
caso de la Distonía del músico (para la que aconseja simplemente la reeducación
del músico). Conveniente o no, parece la opción más empleada.
En pequeñas cantidades, esta toxina se aplica a
través de inyecciones en los músculos afectados, no como relajantes, sino como
solución para proporcionar cierto alivio temporal en los mismos. Su efecto se
prolonga por unos pocos meses y deben volver a repetirse a las 6 o 9 semanas.
En algunos casos, las Distonías generalizadas muy
avanzadas han sido sometidas a extracciones quirúrgicas de algunas partes del
tálamo. Sin embargo, el riesgo de perder el habla o incluso la facultad de
controlarlo es muy alto en este tipo de prácticas. De muy breve duración, el
mayor riesgo de estas operaciones es la desfiguración del paciente, que llega a ser incluso irreversible.
Como medida para eliminar parcialmente los dolores
producidos por los espasmos musculares, algunos doctores suministran ciertas
drogas como la benzotropina o el trihexfenidil. Otras, se encargarían de
relajar los músculos a través de la regulación del neurotransmisor GABA, tales
como el diazepam o el clonazepam. Sin embargo éstas sólo son soluciones
parciales para la afección.
Con todo, la Distonía no tiene cura. En algunos
casos se aplica rehabilitación a partir de sesiones de fisioterapia. Y sobre
todo en pacientes cuya afección se prolonga en el tiempo y por la cual el
movimiento de sus articulaciones se ha ido deteriorando notablemente, se suele
precisar de ayuda psicológica adicional.
Es importante que el paciente se mentalice de que
debe aprender a convivir con la Distonía que padece. “La reeducación permite
recuperar la coordinación”, afirma el Dr. Farías. En el caso de las Distonías
focales, sobre todo los músicos, “deben aprender a coordinar su acción
utilizando nuevos procedimientos. La reeducación no consiste en aprender algo
nuevo, sino en conseguir estabilizar un estado físico y mental que permita que
el cuerpo haga lo que ya sabe hacer (…). Es fundamental no luchar contra el
cuerpo e iniciar el camino de la autocomprensión”.
De todas maneras, tanto la Asociación de la Lucha
contra la Distonía en España (ALDE), como el Dr. Farías o el Dr. Grandas
coinciden en afirmar que el primer paso que debería dar una persona que empieza
a manifestar determinados síntomas claros de Distonía, es acudir inmediatamente
a un neurólogo. Es más, el Dr. Joaquín Farías puntualiza: “En el caso de
padecer Distonía focal habría que pedir
ayuda especializada cuanto antes. Es mucho más fácil recuperar una Distonía focal cuando aparecen
por primera vez los síntomas”.
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